Durante la Guerra Cristera,
de 1926 a 1929, en la que el clero se opuso a la educación laica y en general
al laicismo, muchos maestros fueron perseguidos por los cristeros, que en la
década siguiente renovaron sus ataques.
El 15 de mayo de 1935, el
presidente Lázaro Cárdenas presidió una ceremonia en honor de los educadores
asesinados o desorejados por los cristeros, y dispuso que cada año, en esa
fiesta cívica, se leyeran los nombres de 10 de esos mártires de la educación.
En esa época, los intentos
de implantar la enseñanza socialista y los rudimentos de la educación sexual en
las escuelas primarias motivaron reacciones violentas de grupos de fanáticos
que destruían escuelas y libros de texto, asesinaban, mutilaban y ultrajaban a
maestras y maestros rurales.
Con el tiempo, se ha ido
perdiendo la memoria de los maestros sacrificados, mientras que los herederos
ideológicos de los cristeros han llegado al poder y con los recursos del erario
promueven el culto a los fanáticos de hace varias décadas.
El odio que profesa el
gobierno derechista hacia la educación pública propicia también que se
relegue la labor magisterial. Por ello, vale la pena recordar los nombres de
algunos de esos maestros sacrificados por el fanatismo.
María Rodríguez Murillo
La madrugada del 26 de
octubre de 1935, los cristeros le advirtieron a la maestra que se fuera del
pueblo; como no lo hizo, la violaron, la golpearon, la amarraron con una soga
de los pies y la arrastraron a galope de caballo por el camino terregoso que
lleva a la salida de Huiscolco. Le cortaron los senos y los colgaron en
arbustos localizados en la orilla del camino. Uno a la derecha, otro a la
izquierda, como ejemplo, para que los demás maestros rurales desistieran de
impartir educación socialista (véase David L Raby, Educación y revolución
social en México, 1921 a 1940, SEP, México, 1974, p. 137; Salvador Frausto
Crotte, “Maestra María R. Murillo. Víctima de fanatismo y rencor religioso”, El
Universal, 17 de junio de 2001).
Así asesinaron a la maestra
María Rodríguez Murillo, una profesora muy dedicada, que trabajaba en
Huiscolco, municipio de Tabasco, Zacatecas. A la mañana siguiente del
sangriento asesinato, el cura del lugar dijo misa y absolvió a los asesinos.
La señorita Murillo fue
acusada de ser comunista y de apoyar el reparto de tierras, mientras que la
gran mayoría del clero condenaba el agrarismo y amenazaba a los campesinos que
recibieran tierras con los castigos eternos del infierno.
Murillo se había enfrentado
con el cacique del lugar porque él no quería que sus trabajadores aprendieran a
leer y escribir, mientras que el cura la tachaba de hereje.
Carlos Toledano
En la misma época, en la
región de Tlapacoyan, cerca de Altotonga, Veracruz, los cristeros cometían en
esa época desmanes similares. De acuerdo con Indalecio Sáyago, político
mexicano que en esa época era maestro rural: “…Los terratenientes, los
‘guardias blancas’, los acaparadores de los productos del campo, los curas,
organizaron la más feroz campaña en contra de los trabajadores de la educación:
maestras violadas y mutiladas de los senos, profesores desorejados y
asesinados. En esos días, un grupo de ‘guardias blancas’, en pleno día, rodeó
la escuela donde estaba laborando el maestro Carlos Toledano. Lo ataron con
alambre de púas de pies y manos. Con los muebles de la escuela, cuadernos y
libros hicieron una hoguera y lo quemaron vivo frente a sus alumnos” (Miguel
Baltazar Vázquez Altotonga, Un pueblo con historia, Altotonga,
Veracruz, 2005, pp. 231-32).
Los mártires de Teziutlán
El 15 de noviembre de 1935,
en Teziutlán, Puebla, fueron asesinados, en sus escuelas, en presencia de sus
alumnos, tres maestros rurales: Carlos Sayago Hernández, en La Legua; Carlos
Pastrana Jiménez, en Ixtipan, y Librado Labastida Navarrete, en San Juan
Xiutetelco; a quienes apuñalaron al grito de ¡Viva cristo rey!
Todo indica que los
cristeros se pusieron de acuerdo para matarlos al mismo tiempo y secuestrar a
la profesora Nieves González, de 20 años, a quien se llevaron para ultrajarla.
En uno de sus partes de guerra, los cristeros se jactaron de haber asesinado a
esos profesores:
“(…) Debemos hacer resaltar
el hecho de que (los cristeros de la zona) han castigado severa y
definitivamente a varios pervertidores de la niñez, que al amparo de la tiranía
venían desarrollando una labor incalificable. Los nombres de esos llamados
‘profesores’ son los siguientes: Librado Labastida, de la escuela de Santiago,
municipio de Xiutetelco; Carlos Sayago, de la escuela La Legua, y Carlos
Pastrana, que prestaba sus servicios en la escuela rural de Ixtipan. Todos han
sido muertos y estampados aquí sus nombres, para ignominia de los mismos…”
(Consuelo Reguer, Dios y mi derecho, Tomo 4, Jus, México, 1997, p.
532).
En Teziutlán, año con año,
se lleva a cabo una ceremonia en honor de los maestros mártires, y en el centro
del poblado, hay tres placas conmemorativas.
Micaela y Enriqueta Palacios
En el local de la Sección 47
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en Guadalajara, se
exhibe el mural “En honor a los mártires de la educación”, del profesor David
Carmona, colocado el 7 de diciembre de 2007, junto con una placa conmemorativa
con los nombres de maestros y maestras asesinados o mutilados por los
cristeros.
Desde hace décadas, el
sector magisterial ha procurado rendir homenaje a los maestros mártires, y se
tenía el proyecto de construir un monumento en Guadalajara en honor a ellos,
mismo que fue abandonado en 1995 con la llegada del Partido Acción Nacional al
poder.
En la placa conmemorativa se
mencionan a las maestras Micaela y Enriqueta Palacios, agredidas el 19 de
noviembre de 1935. La prensa de la época reportó los graves atropellos que las
profesoras sufrieron de un grupo de sublevados que asaltó la escuela oficial de
la ranchería de Camajapita (en los Altos de Jalisco).
“Relataron las víctimas que
cerca de las 23 horas se presentó un grupo de alzados (…) Violentamente
sujetaron al padre de las muchachas, atándolo con una soga al cuello, en tanto
que las profesoras sufrían toda suerte de atropellos y vejaciones. Seguidamente
los hombres de la partida les dijeron que iban a proceder a un gran escarmiento
por impartir educación socialista, y sin escuchar los gritos y lamentos de las
infelices mujeres ni las imprecaciones del padre, procedieron a cortar con un
enorme cuchillo una oreja a cada una de las profesoras y al padre originándoles
una fuerte hemorragia. Los asaltantes agregaron que si permanecían en la
ranchería ellas, estaban dispuestos a regresar para matarlas. Antes de partir,
quemaron gran cantidad de libros de texto y los títulos oficiales de las
profesoras y destrozaron los muebles y las puertas.”
Vicente Escudero: héroe de
la Prevocacional
El profesor Vicente
Escudero, de apenas 16 años, fue uno de los alumnos de la Prevocacional
número7, Rafael Dondé, que por su alto desempeño escolar fue propuesto para
ocupar las plazas de maestro rural en 1934.
Ese mismo año se trasladó al
poblado de Santa Mónica de viudas, en Valparaíso, Zacatecas, para desarrollar
su labor, pero pronto fue víctima del odio de los cristeros, que lo acusaban de
ser comunista y ateo.
El 5 de abril llegaron hasta
su casa unos 70 de ellos, cuando el joven profesor se estaba vistiendo para ir
a dar sus clases. Lo apresaron, lo arrastraron, le desollaron las plantas de
los pies, le cortaron las rodillas con un cuchillo, y así, ensangrentado y con
lágrimas en los ojos, lo apedrearon y luego lo colgaron de un árbol, pues los
fanáticos lo consideraban un “anticristo” que ofendía a la Iglesia.
*Maestro en filosofía;
especialista en estudios acerca de la derecha política en México
Tu artículo está por demás tendencioso, desinformado y pletórico de mentiras. No es de extrañarse que no tenga ni un sólo comentario. De hecho, porque yo me estoy tomando la molestia...
ResponderEliminarMó esa es la otra realidad no siempre los cristeros fueron cristianos y mataban en nombre de dios,
EliminarMó esa es la otra realidad no siempre los cristeros fueron cristianos y mataban en nombre de dios,
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